La crisis de la Covid-19 y el Teletrabajo

Rafael Muñoz de Bustillo, Catedrático de Economía Aplicada. Universidad de Salamanca

La crisis económica desatada por la pandemia de la Covid-19 ha tenido, y está teniendo, múltiples efectos en términos de vidas humanas, cambio radical de estilos de vida, incluyendo la práctica eliminación de la movilidad para gran parte de la población, crisis económica y el correspondiente aumento del desempleo. Uno de los efectos indirectos de las restricciones de movilidad y el distanciamiento social ha sido la potenciación del teletrabajo como medida para hacer compatible la prevención con el desarrollo de la actividad laboral. Sectores enteros como la banca y seguros, la educación o la administración pública han pasado, prácticamente de un día a otro, a practicar el teletrabajo. De acuerdo con una encuesta realizada por la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo, Eurofound, con sede en Dublín, realizada en abril de 2020, antes de la crisis en España el 9,7% de la población teletrabajaba diariamente, mientras que otro 5,7% lo hacía varios días a la semana. Estos valores sitúan a España en niveles cercanos, aunque por debajo, al promedio europeo (9,7% y 7,6% respectivamente), pero muy por detrás de países como Francia o Bélgica, donde más de una quinta parte de los trabajadores reconocen teletrabajar diariamente o varios días por semana. La crisis de la Covid-19 ha significado un cambio radical en la práctica del teletrabajo, subiendo hasta el 30% el porcentaje de trabajadores que declaran haber comenzado a trabajar desde casa como resultado de la situación. Un salto considerable, pero que todavía deja a España por debajo de la media de la UE, 37%, y muy por detrás de otros países como Francia, 37%, Bélgica, 53% o Italia, 41%. El caso de Italia es interesante ya que el país transalpino era antes de la crisis uno de los países donde el recurso al teletrabajo era menor, tan solo el 6% de trabajadores lo hacían diariamente (y otro 3% varios días a la semana), lo que pone de manifiesto el enorme cambio realizado en ese país.

Volviendo al caso de España, puesto que no todas las actividades productivas son susceptibles de realizarse desde casa, distintos investigadores han procedido a estimar qué parte del trabajo podría, potencialmente, realizarse desde casa. El resultado final depende de la estructura productiva ya que algunos trabajos son claramente presenciales, como prácticamente todos los de la agricultura, y gran parte del sector de servicios (servicios personales, hostelería, restauración, etc.) y la manufactura. El resultado según distintos estudios de instituciones como el Fondo Monetario Internacional (IMF, 2020) o el Joint Research Center de la Comisión Europea (2020) indica que en España alrededor de una cuarta parte de los empleos se podrían realizar potencialmente teletrabajando, un porcentaje significativamente por debajo del 32% de Finlandia o el 30% de Suecia o los Países Bajos. En este sentido, es interesante señalar que este índice potencial de teletrabajo parece estar relacionado positivamente con el nivel de renta per cápita, de forma que, en una especie de Efecto Mateo Digital (“al que tiene se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”, Mateo 13:12) en situación de confinamiento los países ricos estarían más preparados para mantener una mayor parte de su actividad productiva en marcha gracias al teletrabajo. Este sería uno de los efectos asimétricos del impacto económico de las políticas de confinamiento.

Esta nueva realidad, que muy posiblemente esté aquí para quedarse, como pone de manifiesto el acuerdo firmado por CSIF y UGT en virtud del cual los funcionarios de la Administración General del Estado tendrán derecho a teletrabajar un día por semana, y hasta cuatro en el caso de trabajadores con hijos menores de 14 años o personas dependientes a su cargo, supone un nuevo reto en materia de gestión laboral en cuanto que traslada el trabajo, del ámbito del centro de trabajo, sometido a regulaciones claras en materia de tiempo de trabajo y seguridad e higiene, por ejemplo, al ámbito doméstico, por ahora libre de estas. En este sentido, y por poner un ejemplo, la encuesta antes referida indica que uno de cada cinco teletrabajadores (el 21,2%) se habrían vistos obligados a trabajar en su tiempo libre para cumplir con su trabajo (el 15% diariamente y el 6,2% en días alternos). El mayor porcentaje de la UE por detrás de Portugal y Croacia.  

—————————————

Brussevich M., Dabla-Norris, E. y Khalid, S. (2020): Who will Bear the Brunt of Lockdown Policies? Evidence from Tele-workability Measures Across Countries, IMF Working Paper WP/20/88, International Monetary Fund.

Eurofound (2020), Living, working and COVID-19 dataset, Eurofound, Dublín.

Fana, M., Tolan, S., Torrejón, S., Urzi Brancati, C., Fernández-Macías, E, (2020): The COVID confinement measures and EU labour markets, EUR 30190EN, Publications Office of the European Union, Luxembourg.

Rafael Muñoz de Bustillo

Catedrático de Economía Aplicada, Universidad de Salamanca