El sistema sanitario de Castilla y León, al igual que el del resto del país y de todo el mundo, se enfrentó a un reto de gran magnitud, sometido a tal tensión y colapso que se ha visto obligado a una reorganización para poder atender a la complejidad de esta emergencia de salud pública. La pandemia ha mostrado que los desafíos del sistema sanitario han implicado afrontar necesidades extraordinarias y urgentes derivadas de las exigencias inmediatas en la dotación de recursos sanitarios, especialmente humanos, y equipamientos, cambios sustanciales en la planificación, organización, sistemas, metodologías y actuaciones, o en la priorización de servicios, cuidados e intervenciones en el ámbito hospitalario acordes con la sintomatología y gravedad con la que cursa la enfermedad infecciosa.
Todo ello ha demostrado que los sistemas de salud necesitan una estrategia ambiciosa para poder hacer frente a futuras amenazas transfronterizas para la salud y promover que el sistema sanitario sea más resistente. Además, esta estrategia debería abordar, no solo cómo hacer frente a futuras epidemias, sino también a desafíos a largo plazo como el envejecimiento de la población y las desigualdades en los determinantes de la salud, el propio sistema de atención, el peso de la atención primaria y el buen uso de los sistemas de telemedicina complementaria al actual sistema de atención presencial.
Además, consideramos prioritario que en esta estrategia se tenga en cuenta la creación de un mecanismo nacional, realmente eficaz, de respuesta sanitaria, que incluya la existencia de un canal de comunicación, con información transparente para la ciudadanía, que evite alertas innecesarias y que transmita información segura, que desarrolle un sistema de planificación, aprovisionamiento, gestión de stocks, que permitan un adecuado seguimiento y notificación de la escasez de medicamentos, dispositivos médicos, vacunas, herramientas de diagnóstico y otros productos sanitarios, de forma que se garantice que esos productos estén más disponibles, sean más asequibles y que las cadenas de suministro estén más aseguradas.
Se han desarrollado soluciones e implantado medidas para la lucha contra la COVID-19 que se han reflejado en guías y protocolos de actuación tanto en atención primaria (https://bit.ly/2TosoBm) como en atención hospitalaria (https://bit.ly/3wQhCCv). Desde sistemas de cribado masivo, gestión de la demanda de acceso a la atención sanitaria y a los profesionales sanitarios, transformación del modelo asistencial a no presencial, nuevo módulo transversal de historia clínica de vacunación y un sistema de información de seguimiento COVID-19 para los profesionales, la dirección y para los equipos COVID-19 y rastreadores. Se han potenciado otras herramientas de comunicación con el paciente, al reducirse la asistencia presencial. Con motivo de la pandemia se han hecho numerosas intervenciones de emergencia para poder hacer frente a los efectos generados por la pandemia. En cuanto a equipamiento por COVID-19 se ha dotado del equipamiento necesario para las ampliaciones de UCI y de Urgencias, y se ha adquirido diversos equipamientos con destino a atender la pandemia.
La crisis sanitaria ha condicionado igualmente la atención sanitaria requerida y necesaria en otras enfermedades no COVID-19. Con todos los medios volcados en la pandemia y el colapso de los distintos niveles de atención, especialmente en atención primaria, urgencias y especialidades, se producen situaciones de desatención cuyas dimensiones, en estudio, aún están por determinar. Añadir, no obstante, al incremento de listas de espera, el bloqueo de los accesos al sistema, la transformación del modelo presencial al telefónico o digital, o las diferentes medidas de Salud Pública relacionadas, en este caso, con el cierre de consultorios locales en el medio rural, otras variables más relacionadas con las dificultades de comunicación e interacción, como el miedo al contagio, el aislamiento o la desinformación, para completar los factores determinantes facilitadores del agravamiento, cronificación e incluso muerte de pacientes diagnosticados, en tratamiento, crónicos, o aún pendientes de diagnóstico, muchos de ellos afectados por patologías de diferente gravedad, entre ellas, vasculares, oncológicas, cardíacas, o trasplantes, no obtienen respuesta con la celeridad exigida, pacientes para los que la agilidad en la respuesta del sistema podía ser vital.
Desde el CES consideramos necesario reconfigurar el papel de la atención primaria, situándola como eje principal del sistema de atención. Para ello se requiere una dotación de recursos (de todo orden) adecuada y suficiente, que la dé el valor que realmente ha de tener, y que la permita realizar también el papel de promotor de la salud y de prevención de la enfermedad, además de llevar a cabo con eficacia las tareas asistenciales, situando a la persona en el centro del sistema, obteniendo mejores resultados en salud y retrasando los procesos de deterioro de la salud y la dependencia.