Estamos en diciembre de 2021 y la sexta ola del virus ya ha llegado a España. De nuevo estamos inmersos en la pandemia, aquí, en Europa y en el resto del mundo. Cuando podíamos pensar que empezábamos a vencer, aún no está clara la salida que, junto con los problemas sobrevenidos de la falta de los microchips, el cuello de botella de los suministros, el encarecimiento de la vida y los problemas derivados del crecimiento económico (mayor conflictividad social, laboral y mayores exigencias empresariales), entre otros, pueden poner en peligro la recuperación.
El proceso de vacunación en España ha sido ejemplar, pese a quien no lo quiera reconocer, y el sistema sanitario sale reforzado y orgulloso de su comportamiento, pese a los múltiples recortes de los últimos diez años. El propio modelo del Estado, descentralizado, sale a su vez reforzado. La Administración Central, las CC.AA y las EE. LL. han trabajado juntas y eso ha dado frutos evidentes, pese a las múltiples dificultades e inseguridades de todo tipo.
La economía española crece por encima del 4%, ya se verá donde se sitúa, y aumenta constantemente y de forma importante la ocupación y también desciende el enconado desempleo. Se están produciendo avances muy significativos en el ámbito de las libertades y de los derechos civiles, en el ámbito de lo social y en el laboral, que parecen que pasan desapercibidos, seguramente por la pandemia, pero que están ahí (son bastantes y muy importantes), y todo indica que seguirán produciéndose mejoras en estos ámbitos en este mismo mes y siguientes (ley “mordaza”, IMV, reforma laboral, SMI, pensiones, etc.).
Por lo tanto, pese a quien no quiera verlo, las cosas como país se han hecho bien, se están haciendo bien, y eso que no era nada fácil, por los precedentes, por los gobiernos en minoría, por la crisis sanitaria, económica, social, territorial, etc.,Hasta la propia Jefatura del Estado y su forma jurídica están encima de la mesa.
Y de fondo, y esta vez para bien, está la nueva política de la Unión Europea, que viene a restituir no solo lo derivado de esta nueva crisis, sino también, al menos para nuestro país, y no sólo para él, lo que se hizo mal, muy mal, en la anterior. Los Fondos Europeos, la reconstrucción y la recuperación, en nuestro caso, abarcan evidentemente el recorrido de las dos crisis y, además, con criterios significativos de nuevo modelo productivo y de crecimiento, verde, digital, etc.La Unión Europea, los gobiernos importantes de ella, han entendido que o se hacía así o el proyecto europeo corría un muy serio peligro de desaparecer, o al menos de empequeñecerse hasta hacerse minúsculo. La ciudadanía europea, los trabajadores, no podrían permitir otra salida similar a la de la anterior crisis, que conllevara desafección y condujera a posiciones políticas autárquicas, nacionales o porqué no decirlo, fascistas. De hecho, ahí están esos partidos presentes en la mayoría de los países, incluido el nuestro. Y en algunos gobernando.
España tiene mucho que ganar, que recuperar, si alguna vez tuvo en plenitud algunos de los campos de juego económico, social, laboral, pero también de forma concreta en el educativo, sanitario, industrial o en el ámbito fiscal. Los muy importantes recursos europeos nuevos junto a los estructurales son una oportunidad, ahora sí “histórica”, para nosotros. Es un tiempo similar, en cierto sentido y salvando las distancias, a la entrada en la Comunidad Europea en los ochenta, para situar en estos tiempos a nuestro país a la cabeza de los países más democráticos y más avanzados socialmente del mundo, si hacemos las cosas medianamente bien.
Hay muchos riesgos, dos de ellos singularmente nuestros, en estos momentos, aunque los dos valen para el conjunto de España y para Castilla y León: Por un lado Gobiernos en minoría y, por lo tanto, inestables por definición y por otro, la posibilidad cierta de que las tres administraciones y las empresas, sobre todo las pymes, no sepan o no puedan gestionar adecuadamente estos fondos tan ingentes.
La alternativa al gobierno de coalición actual de España sería, todo parece indicarlo, un gobiernocon la ultraderecha…Esperemos que eso no ocurra jamás. En nuestra Comunidad podría darse este gravísimo hecho en pocos meses, con elecciones anticipadas, si los dos grandes partidos no lo remedian, y no parece que estén por la labor. Es cierto que en estos momentos las dos administraciones tienen los presupuestos para 2022 encarrilados, al menos todo indica que es así, y ello da una estabilidad importante a las cuentas y a los proyectos, a efectos de esos fondos, pero el grado de enfrentamiento político y los procesos electorales que se avecinan son de tal calado y enfrentamiento que no es previsible que dicha estabilidad dure mucho tiempo.
En nuestra Comunidad tenemos un Gobierno de coalición, en el que “los nuevos” del equipo han intentado acabar con los procesos y consensos de 30 años en el ámbito del Diálogo Social Tripartito, una de las materias en las que destaca claramente Castilla y León en el conjunto de España. No han podido, aunque en sus competencias están haciendo mucho ruido y serios destrozos.
Reflexionemos, aparquemos a los que no contribuyen y hagamos política de país, de comunidad, y seguro que tendremos una oportunidad mucho mayor deaprovechar de mejor manera y con consensos los fondos europeos, la “nueva política europea”, en beneficio de nuestros territorios y de los ciudadanosy ciudadanas que en ellos habitamos, que es lo que debe primar, es lo importante y lo sustancial, y no las “patrias”, que no son más que el último refugio de los canallas (Tiempos de Gloria, Stanley Kubrick).