Cuando apareció la infección Covid-19 en Europa, primero en Italia y luego en España, se tomó el modelo de prevención basado en el confinamiento, como emulación de lo hecho en el origen de la pandemia, la potencia china, sin detenerse acaso con tanta intensidad a aplicar otras prácticas sanitarias más propias del mundo occidental. Los extremos alcanzados de inmovilización e inactividad poblacional eran inéditos y rememoraban antiguas acciones medievales ante la peste y otras epidemias. Pero desde finales del siglo XIX con el descubrimiento de las causas de las infecciones y sus mecanismos de transmisión, se consolidó la epidemiología y se fueron concretando medidas de control de tipo médico e higiénico.
Se da por sentado y aceptado aquí todo el conocimiento y pertinencia de la práctica higiénico-sanitaria y médica, así como todo lo que se sabe sobre el mecanismo de transmisión de la infección. Se puede resumir en la indiscutida buena praxis profesional y en la disponibilidad de los recursos necesarios para hacer viable esta práctica, responsabilidad de las administraciones sanitarias. Junto a estas y en la realidad preferentemente se han establecido actuaciones coercitivas que afectan a todo el cuerpo social y en especial al ámbito productivo. Dadas sus graves repercusiones económicas, psicológicas y jurídicas habría que indagar en opciones menos lesivas y en la pertinencia de las mismas, pues está por demostrar, lo que aportan a la disminución de la morbilidad y mortalidad de la epidemia.
La propagación del virus es por medio de partículas de un tamaño muy superior y si como se cree la mayoría de ellas son de tamaño superior a 5 micras por la fuerza de la gravedad caen al suelo a no más allá de 2 metros de distancia del foco emisor y la contaminación aérea pasa a ser de superficies.
Movilidad y Control de la presencia de personas en el medio ambiente exterior. Depende de la frecuentación de personas potencialmente infectadas y de las susceptibles de acabar siendo infectadas. Con una vigilancia discreta por la autoridad y cierta flexibilidad a las llamadas franjas horarias, los diferentes lugares pueden ser evaluados con registros semejantes a los de la contaminación atmosférica, de presencia de partículas en el aire, aunque la mayor o menor densidad de partículas no sea más que una referencia aproximada, que nada indica sobre su composición y que suman las partículas emitidas por elementos no humanos. Los alergólogos tienen una amplia experiencia sobre este tipo de controles para aconsejar a sus pacientes.
Control de la contaminación del medio interno. En el aire interior habitado las posibilidades de dispersión de partículas son menores o prácticamente nulas y las personas que puedan eliminar partículas infecciosas mantienen el peligro en relación al tiempo que permanezcan en los recintos, al número de personas potencialmente infectantes y a la proximidad entre ellas y las no infectadas. Entonces se habilitan soluciones para eludir el riesgo y todas ellas son problemáticas. Una opción es la de mantener la atmósfera interior haciendo circular el aire, renovándole con aire limpio y extrayendo el potencialmente contaminado, con dispositivos HVAC y filtros HEPA. Se puede diseñar para un medio forzosamente cerrado (un avión, por ejemplo), para el cerrado para que el personal que le habita disfrute de un aire con unas condiciones estables de pureza o para un lugar semicerrado, con tránsito de personas y jugando con la direccionalidad del aire en relación con los huecos abiertos.
Higiene y protección personal. Incluye el lavado de manos en todas las manipulaciones, el distanciamiento entre personas con un estado de infectividad desconocido, el uso regulado de mascarillas, el aislamiento de personas que puede ser o de fuente contagiosa o el protector de personas no infectadas pero especialmente vulnerables.
La desinfección tiene una importancia enorme para prestar seguridad ambiental ante el riesgo infeccioso. Los tipos y productos dependen de las zonas y del riesgo apreciable en ellas. La aplicación de desinfectantes sin limpieza previa es completamente inefectiva. Hay que educar el uso de métodos de desinfección en el medio doméstico y en el laboral y en ámbitos más selectivos contar con empresas autorizadas por las autoridades sanitarias.
La vuelta al trabajo. Está muy bien el teletrabajo, pero no siempre es posible. Todos los ámbitos laborales deben contar con Servicios de Prevención de Riesgos Laborales, según dispone en España la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, su Reglamento y las Directivas Europeas sobre salud y seguridad en el trabajo, con sus transposiciones al ordenamiento legal español, particularmente las relativas a riesgos biológicos. Y todo ello en colaboración con las Mutuas de AT y EP, en el caso de pequeñas empresas que no dispongan de Servicio propio o concertado y aún como apoyo de las que sí lo tienen. El INSHT ha redactado toda una serie de normas, algunas concernientes a riesgos biológicos. Son recursos con los que pueden contar las empresas confiando en que no se les impongan restricciones excepcionales.