Los tiempos que corren no se prestan a soluciones simples ni simplistas, mientras seguimos con especial atención la evolución de la pandemia que, desgraciadamente se ha llevado por delante un número aún incalculable de empresas y autónomos, y su efecto en la economía sitúa a España como uno de los países más afectados.
Manteniéndonos cautelosos, sabemos que los indicadores económicos no reflejarán a corto plazo una mejoría de la actividad económica y las estimaciones de los organismos nacionales e internacionales indican un camino muy difícil para 2021, por eso no hay que perder ni tiempo, ni energía.
Es cierto es que estamos ante una situación excepcional, que requiere de actuaciones excepcionales, y desde las organizaciones empresariales venimos pidiendo con insistencia soluciones que no encuentran respuesta en las políticas económicas puestas en marcha por las Administraciones. Hemos ido aportando soluciones concretas a los problemas detectados desde el convencimiento de que la eficiencia del sectores público es fundamental para solventar el difícil momento económico que se vive, pero debemos seguir urgiendo que se afronte con responsabilidad y sin improvisaciones la crisis, asumiendo nuevas medidas económicas como las que se están ya estableciendo con éxito en algunos de los países de la UE, muchas de las cuales son diametralmente opuestas a las anunciadas para el corto plazo.
Así las cosas, y visto el escenario adverso, es esencial, por tanto, pasar a la acción. Y es, en este punto, donde Europa juega un importante papel, al aprobar la mayor movilización de recursos de la historia, sumando casi 2 billones de euros entre el Marco Financiero Plurianual 2021- 2027 y el Plan Europeo de Recuperación (Next Generation EU).
Los fondos europeos constituyen una oportunidad histórica que debemos saber aprovechar y trabajar para que los recursos se destinen a los proyectos de inversión liderados por el sector privado y necesarios para elevar permanentemente el crecimiento potencial y la competitividad del futuro de Castilla y León.
Nuestra Comunidad tiene materia prima suficiente; nuestros empresarios saben ver las oportunidades, donde existen adversidades, y han y siguen demostrando una admirable capacidad de flexibilidad y adaptación, incluso las de menor tamaño. Sólo necesitamos que el Gobierno regional confíe en este potencial y ayude a que los fondos europeos se materialicen en importantes, innovadores y estratégicos proyectos de inversión para Castilla y León, eliminando los cuellos de botella y las trabas burocráticas de la legislación vigente, en especial, en materia de contratos públicos y subvenciones.
Desde CECALE apostamos, y así lo hemos trasladado a CEOE, por proyectos que, basados en la transformación verde y digital, así como en la cohesión social y territorial, hagan que Castilla y León sea un territorio con polígonos industriales innovadores, sostenibles y conectados, asentados en espacios renaturalizados y, al tiempo, un territorio que, reforzado en su liderazgo en energías renovables, evolucione también hacia la necesaria transformación de los modelos de negocio de sectores estratégicos, y hacia una economía circular, donde el residuo se convierta en recurso para nuevas iniciativas empresariales.
Por ello, no podemos navegar en un tsunami cargado de burocracia, de compleja maraña legislativa y presión fiscal que nos aleja de la necesaria unidad de mercado, y lastra productividad.
Igualmente, es imprescindible reducir el gasto superfluo y reforzar la colaboración público-privada donde las sinergias harán multiplicar el valor de los proyectos y, por tanto, su aportación al PIB regional y a su capacidad de crear empleo, atraer y retener talento.
Estamos ante una enorme oportunidad para Castilla y León; es el momento para que todos los agentes que interactuamos en el mercado rememos en la misma dirección, con el foco puesto en el largo plazo, e imprimir mayores dosis de eficiencia en la operativa del corto. Castilla y León puede y debe ser una región modélica, posicionarse en sectores estratégicos de alto valor diferencial, capaces de dotar a la estructura productiva de mayor productividad y resiliencia.