Todos sabemos que este 2021 va a ser el año de las vacunas. Ha empezado con la buena noticia de las primeras vacunas frente a la COVID-19 autorizadas por las autoridades sanitarias europeas y estadounidense (EMA y FDA) y con las primeras dosis recibidas en nuestro país. Esto es esperanzador, aunque sabemos que el camino para salir de pandemia es todavía largo. Las vacunas son fundamentales para abordar la crisis sanitaria mundial disminuyendo las tasas de infección. No sabemos aún si conseguirán frenar los contagios, pero existe un ambicioso plan para alcanzar la llamada inmunidad de grupo. Con este virus se sabe que hará falta completar la vacunación (con dos dosis en el caso de las vacunas disponibles actualmente, las comercializadas por Pfizer y Moderna) a un porcentaje de la población de entre el 60 y el 75%.
No por el simple hecho de anunciar el plan de vacunación ya estamos a cubierto. Los grupos de priorización para la administración de la vacuna se van desvelando poco a poco por parte del Ministerio de Sanidad. Es crucial que ese plan se lleve a cabo de manera impecable y que se desarrolle muy rápido, para evitar que el virus siga minando nuestros esfuerzos con la aparición de nuevas variantes.
Los ciudadanos esperan coordinación y equidad para esta campaña masiva de vacunación, la mayor en España de las últimas décadas. La coordinación de la Unión Europea también está en el punto de mira. No podemos perdernos en conductas inapropiadas ni en la falta de transparencia o territorialismos a la hora de implementarlo. En Castilla y León hemos luchado por esa transparencia durante toda la pandemia, con los datos y con las actuaciones en materia de sanidad.
Las vacunas disponibles, están basadas en una tecnología novedosa, el RNA mensajero, nunca habían recibido una autorización de comercialización hasta la fecha. Esta tecnología abre el camino a futuras vacunas para otras enfermedades y muestra un perfil de eficacia en los ensayos clínicos muy elevada. Su seguridad a largo plazo, así como la efectividad en la práctica clínica habitual es lo que se trata de desvelar ahora.
Las vacunas deben considerarse siempre como una inversión, reconocida como una de las más coste-efectivas del sistema sanitario, puesto que reducen costes y evitan tanto hospitalizaciones, como complicaciones a largo plazo derivadas de la enfermedad. En el caso de la COVID-19, ya se ha visto que el impacto de la enfermedad en la población ha sido devastador, no sólo por la pérdida de vidas, sino porque la cantidad de recursos consumidos y la elevada presión sobre el sistema sanitario que ha hecho que otros muchos pacientes hayan visto muy reducida su atención sanitaria, tanto diagnóstica como terapéutica. Y eso es algo que no nos podemos permitir. Por otro lado, hay costes sanitarios muy difíciles de calcular, como aquellos relacionados con la salud mental, o con el coste oportunidad para algunos enfermos, que han visto como sus posibilidades de tratamiento se reducían.
Es tan importante estar bien informado en esta pandemia que se ha convertido en una obsesión. La controversia y las discusiones acerca de la seguridad de las vacunas han estado en todos los medios de comunicación.
Ante ciertas actitudes negacionistas o incluso reacias a la vacunación, se debe responder con datos, con fuentes fiables de información y con un lenguaje claro y accesible. Desde que publicamos el libro Vacunando. ¡Dos siglos y sumando! editado por la Universidad de Salamanca, hemos podido comprobar que la divulgación científica es muy necesaria. Siguen existiendo dudas y algunas corrientes de opinión que difunden mensajes falsos y favorecen la expansión de los bulos. Por eso mismo decidimos llevar el mensaje a través de una exposición informativa, en forma de paneles que se instalan en centros educativos, hospitales, facultades y escuelas universitarias, centros culturales, ayuntamientos…
Si creemos en este proyecto, nacido en Castilla y León, es porque hemos comprobado de primera mano que funciona, genera debate allí donde es necesario, responde a preguntas, resuelve dudas y, sobre todo, resulta muy educativo cuando se utiliza con niños y adolescentes.
Esperamos que este sea el año en el que la vacuna llegue a todos, de manera rápida y equitativa y también el año en el que nuevos tratamientos para tratar la COVID-19 puedan ser utilizados con éxito. Las vacunas seguirán siendo una gran herramienta en la lucha contra las infecciones, como lo han sido estos a lo largo de estos dos siglos… ¡y sumando!